Una renovación vencida de liderazgo: Parte II
- Natacha Rodriguez
- 25 nov 2024
- 3 Min. de lectura
En una pasada entrega, manifestaba que existe una renovación del liderazgo que se encuentra ya ventajosamente vencida. Dejaba claro que el enfoque de dicha renovación debe ser el desarrollo – en todos los sentidos – del equipo sobre el cual los líderes tienen su responsabilidad.

Explicaba que, para mí, existen dos razones fundamentales de que esto sea así, y en ese sentido, procedía a desarrollar la primera de estas: la responsabilidad social y moral que tienen los líderes de aportar a la creación de un lugar de trabajo que no sea solamente económicamente sostenible, sino y, sobre todo, humanamente sostenible y viable para todos sus integrantes.
Ya en esta ocasión procederé a tratar la segunda razón: el bienestar y el desarrollo del equipo de trabajo produce un efecto positivo e importantísimo en el rendimiento y la productividad de la empresa.
Lo que resulta increíble para mi es el hecho de que esto – en la mayoría de los lugares de trabajo – no se tome en cuenta con la importancia que amerita. Es increíble, puesto que me parece que es algo lógico y elemental. Si el equipo humano es el que se encarga de dar el servicio que ofrezco, pues la calidad, bienestar y desarrollo del equipo va a tener una influencia directa y determinante en el servicio.
Es decir, en la medida de que el equipo de trabajo de una empresa se encuentra desarrollado y en “buen estado” – en todos los sentidos – pues producirá un mejor resultado. Es, con el perdón, algo obvio.
Esta realidad la explica muy bien el autor Richard Sheridan en su libro “Joy Inc”, cuando establece que cada vez que comienza una conferencia hace las siguientes preguntas: "¿Qué creen que pasaría si mitad de los empleados de mi empresa estuvieran felices y la otra mitad no? ¿Con cuál mitad quisieran trabajar ustedes si fueran nuestros clientes?"
Al recibir la respuesta obvia (la mitad de los empleados que están felices es la respuesta, por si acaso), pregunta: ¿Por qué eligen esa mitad? ¿Qué diferencia haría? Las respuestas:
- Serán más productivos;
- Estarán más comprometidos;
- Será más fácil de trabajar con ellos;
- Harán mejor trabajo;
- Le importará más el resultado.
Por demás, y aunque esto – en mi opinión – no necesita más prueba, existen estudios que han llegado a la conclusión de que “felicidad” o bienestar en el lugar de trabajo para los empleados, genera más productividad y resultados para la empresa.
Por un lado, se ha concluido – en estudios realizados por Charlotte Rayner y Loraleigh Keashly en al Reino Unido, entre otros – que en lugares donde no se toma en cuenta el bien estar de los empleados, específicamente donde no se respeta y se siente un ambiente cargado de negatividad, la rotación de empleados es altísima, llegando a un 25%, cuando lo normal es alrededor de un 5%.
De igual manera, se calcula que el costo – en dinero – para las empresas que manejan este tipo de ambiente es de alrededor de 2 millones de dólares al año, tomando en cuenta lo que conlleva el reemplazo de personal y los costos asociados a ello.
Adicionalmente, en el estudio “¿La felicidad de los empleados tiene un impacto en la productividad?”, realizado por Clement Bellet, Jan-Emmanuel de Neve y George Ward, se llega a la conclusión que la felicidad (o el bienestar en sentido general de los empleados) puede llegar a impactar positivamente a una empresa, pudiendo subir las ventas en un 12%.
Entonces, retomemos la frase de John Whitmore: “El líder tiene dos únicas funciones: la primera, lograr que el trabajo se haga; la segunda, que su equipo se desarrolle”, agregándole algo mío: una de las mejores y eficientes vías para lograr que la primera se haga, es enfocándose en la segunda.
¿Qué esperamos?